Tailandia es el país de las sonrisas, de los colores, de los olores…y de Danny boy 🙂 (en esta entrada tendréis la oportunidad de conocerlo)
Hicimos un viaje de dos semanas en las que exprimimos el tiempo al máximo (descansamos bien poco) y aprovechamos para ver todo lo que pudimos. Fue un viaje organizado entero por nosotros y nos salió perfecto: ¡de diez! Prestad atención y veréis que no hace falta ir con un viaje organizado, ni mucho menos.
Para no hacer muy largo el post, lo he dividido en las zonas que visitamos: Bangkok, Chiang Rai y Chiang Mai, Khao Lak y Khao Sok y la zona de Phuket (bahía de Phang Nga y Koh Yao Noi).
Este post es la continuación de nuestras aventuras tailandesas que comenzaron por unos días visitando Bangkok y Ayutthaya, aprovechando que los vuelos internacionales nos salían mejor de precio llegando a la capital. Desde aquí, cogimos un vuelo interno (bastanta barato: 40€)
Como os comentaba en el otro post, también tenéis la posibilidad de venir hasta aquí en un tren-cama, con varias categorías (todas a un precio muy bueno para cualquier europeo) que te permite recorrer el país con unas vistas muy bonitas. Si tenéis tiempo para hacerlo, puede ser una buena opción, recorriendo los preciosos paisajes tailandeses.
Aquí también os dejo un enlace al post con los consejos para vuestro viaje al país de las sonrisas.
Chiang Rai
En el aeropuerto de Chiang Rai cogimos un taxi hasta el hotel que habíamos reservado. Fácil porque a la salida hay muchos esperando a los turistas que llegan a la ciudad.
Chiang Rai es una pequeña y tranquila ciudad de unos 60 mil habitantes en la provincia más norteña de Tailandia, cerca de Myanmar y Laos. Tan solo a 3 horas y media de Chiang Mai. Es ideal para pasar un día y, quizás una noche. Es una zona mucho menos desarrollada y turistizada y, si es lo que vais buscando, aquí tendréis más contacto con la Tailandia local.
Nosotros nos alojamos en el hotel Baansiri Chiangrai hotel. Nos costó 35€ dos noches por habitación. Estaba bien aunque un poco alejado del centro.
Día 1.Visita Chiang Rai
Lo más famoso de esta zona, y que no puedes dejar de ver en tu viaje a Tailandia, es hacer la visita del Templo Blanco y la casa Negra.
Dicen que en la ciudad de Chiang Rai, en el extremo norte de Tailandia, se encuentran el cielo y el infierno representados por dos edificios: el Templo Blanco Wat Rong khun y la Casa Negra Ban daam Museum. El primero es un templo budista contemporáreno que gracias a su originalidad dejará sin argumentos a aquellos que hayan llegado hasta Chiang Rai repitiendo que todos los templos son iguales; mientas que el segundo levantará una mezcla de sensaciones positivas y negativas al observar las extrañas figuras y los muchos animales disecados que decoran las 40 cabañas negras de las que se compone.
Estos dos edificios, emblemas ya de Chiang Rai, son obra de dos arquitectos y artistas tailandeses nacidos en pueblos del norte pero que pasaron su juventud en Bangkok estudiando en la Silapakorn University, la universidad más famosa en la rama de artes de Tailandia.
Los dos lugares son originales e interesantes por sí mismos pero quizás, lo que los hace aún más atractivos es su proximidad que permite visitar uno el mismo día en el que se ha estado en el otro. No recuerdo el precio de la entrada pero no fueron muy caros.
Las opciones para llegar a los templos son:
- Alquilar un coche/moto en la ciudad
- Tuk tuk por unos 200 o 300 baht
El Templo Blanco Wat Rong khun, la Sagrada Familia de Tailandia.
Para llegar hasta aquí, tan solo tuvimos que acercarnos a la «estación de autobuses» de Chiang Rai (lo pongo entre comillas porque es un descampado en mitad de la ciudad) y preguntar por el autobús que te lleva allí. Te guían amablemente, te cobran y ya están ellos pendientes de avisarte en qué parada te tienes que bajar.
Para nosotros fue una de las cosas más impresionantes del viaje y sin duda, el templo que más ha llamado mi atención de todos los que he visto hasta ahora.
El Templo Blanco es muy distinto al resto de templos budistas que podemos ver en Tailandia. Su diseño totalmente rompedor, las extrañas figuras que lo decoran y su blanco inmaculado que representa la pureza de Buda, suelen despertar la admiración de todos quienes lo visitan. Fue empezado a construir en 1997 y, como la Sagrada Familia, aún no tiene una fecha clara de finalización pero se especula que en el 2070 estará acabado.
A pesar de que a priori no esté terminado, el templo ya es totalmente visitable porque su construcción está muy avanzada. La sala principal del templo no es muy espaciosa y para llegar a ella debe cruzarse un pequeño puente rodeado de caras de sufrimiento y brazos que simulan estar pidiendo ayuda y limosna. Como mencionó su creador, Chalermchai Kositpipat en una revista, para llegar al cielo primero hay que pasar por el sufrimiento. Una vez se entra en la sala principal se pueden admirar los curiosos murales que la decoran, no todos terminados. No os voy a hacer spoiler pero lo que veréis pintado en las paredes no es nada habitual de encontrar en las paredes de un templo.
Una vez salimos de aquí, volvimos a la carretera principal, paramos la primera pick-up que vimos y le indicamos a dónde nos queríamos dirigir. Y como buenos locales, nos encaminamos hacia el templo negro rodeados de tailandeses.
Nos dejaron en una carretera a unos 10 minutos andando del siguiente templo. Aprovechamos para comer en un bar que había en el camino, con una barbacoa casera y te iban enseñando los trozos de carne que tenían, tú elegías los que te gustaban y te los hacían a la brasa.
Ya con el estómago lleno, nos encaminamos hacia el templo/casa negra, que te sorprenderá conforme te vayas acercando a ella.
La Casa Negra o Ban daam Museum
La Casa Negra se encuentra a solo media hora conduciendo desde el Templo Blanco. El contraste es grande y, por eso, interesante. Este museo se compone de 40 cabañas de distintos tamaños y formas, que como dice su creador Thawan Duchanee, evocan el pasado de Tailandia desde un punto de vista contemporáneo.
Algunas de las cabañas son las típicas casas de maderas tailandesas pero negras y decoradas con animales disecados, sillas y mesas de formas inverosímiles con aires vikingos o antiguas herramientas de campo modificadas. Varias de las cabañas son blancas y en forma de huevos estilo Dalí, que si a alguien se le acudieses copiarlas para una guest house seguro que tendrían un montón de éxito.
A la vuelta, volvimos a ponernos en la carretera principal hasta que paró una furgoneta y nos llevó de nuevo al centro de Chiang Rai.
Una vez en Chiang Rai, leímos que había un Cave Buda, así que en la misma estación de bus regateamos precio con un tuk tuk para que nos llevara hasta este «templo». Solamente el camino hasta aquí (unos 10 minutos entre campos) ya había merecido la pena. Hay un pequeño sendero de unos 5 minutos que lleva hasta otro buda grande a orillas del río. Es una buena opción para pasar la tarde.
Ya de vuelta en la ciudad, pudimos visitar el Night Bazar y cenar en el Food court.
En el centro de Chiang Rai todos los días abren un pequeño mercadillo nocturno en el que venden recuerdos para turistas y ropa. Al lado del mercado hay uno de los lugares donde comeréis más barato de vuestro viaje mientras escucháis música tailandesa en directo: el Food Court de Chiang Rai.
- Probar el plato más famoso del norte: el Khao Soi. El Khao Soi es un plato tailandés con influencia birmana. Se trata de una sopa de fideos (noodles) algo picante que está riquísima.
- Cenar un hot pot: Son unas vasijas de barro que te sirven con un caldo a modo sopa y con fuego debajo y tú vas añadiéndole los ingredientes. Un concepto parecido a la fondue.
Dia 2. Chiang Mai.
Con antelación, y por internet, habíamos reservado un autobus desde la estación de Chiang Rai hasta Chiang Mai que tardó unas 3.5 horas (salía a las 6,15h y tenía el aire acondicionado a tope todo el camino). Los billetes se pueden comprar también en la estación de bus. Hace una parada a mitad de camino.
En Chiang Mai sí os recomendamos el hotel en el que nos quedamos. Cumplía perfectamente las tres B: Bueno, Bonito y Barato. The Terrace B&B, tiene una terraza muy agradable para tomar algo (comprado previamente por ti) y tiene una cocina abierta con productos para que te puedas servir tu propio desayuno. No es gran cosa pero hay té, café, pan de molde, mantequilla y mermelada. Suficiente para un desayuno básico. Nos costó 15€ la noche.
Qué NO debes hacer en Chiang Mai: Visitar el Tiger Temple (centro por excelencia del maltrato animal y con tu visita, contribuyes a que siga abierto y lucrándose del sufrimiento de estos animales) o visitar cualquier campamento de elefantes (excepto Elephant Nature Park) por la misma razón que el Tiger Temple así como visitar poblados como si fueran una atracción (me refiero al de las mujeres de cuello largo, que ya sólo lo hacen para atraer a turistas, no por tradición).
Otra cosa que NO debéis hacer es ir a daros un masaje en el centro de ciegos de la ciudad. Leímos en la guía Lonely Planet que era un buen sitio donde darte un masaje, ya que estas personas han desarrollado una sensibilidad especial a causa de su falta de visión…pues bien, fuimos 4 personas y 2 de nosotros salieron lesionados realmente. Lo hacen sin cuidado y demasiado fuerte. No es una broma, aquí tened cuidado.
Qué ver en Chiang Mai:
- Zona antigua de Chiang Mai y el templo Wat Phra Singh
El barrio antiguo de Chiang Mai está rodeado por murallas y por un foso de agua. Es una zona con mucho movimiento y bullicio perfecta para pasar una mañana recorriéndola a pie, en bici o en moto. En vuestro recorrido veréis muchos templos, no debéis olvidar parar en el más famoso de la ciudad, construido en el 1345, el Wat Phra Singh. De estos no te puedes perder conocer el Wat Chiang Man, Wat Chedi Luang y el Wat U-Mong.
- Visita templo Wat Srisuphan (templo de plata)
Construido en 1502, ha sido reformado varias veces y del templo original solo quedan las piedras de la sala de ordenación. Todo el templo ha sido recubierto de plata lo que le diferencia y le hace realmente especial del resto de templos tanto de Chiang Mai como de Tailandia. Algo que sorprende es que las mujeres no pueden entrar en la sala de ordenación debido a la carga de energía y al simbolismo religioso que los monjes le atribuyen. Los monjes juegan un papel importante en el mantenimiento del templo (cuidado de los jardines y restauración de las estatuas) y es curioso, la cercanía que muestran a los visitantes. Puedes tener una charla con ellos en inglés sobre cualquier pregunta o duda que se tenga, ya sea de su vida como monje o sobre el budismo. La única condición para los extranjeros es vestir con respeto (rodillas y hombros cubiertos) y en el caso de las mujeres, no dar directamente nada a los monjes ni tocarles como tampoco a sus pertenencias.
- Visita templo Wat Phan Tao
En su día fue un edificio del palacio real para el gobernador de Chiang Mai, Mahawong Chao, quien lo utilizó entre el 1846-1854, y hoy en día el Wat Phan Tao es uno de los templos más bonitos de la ciudad. Construido en su totalidad en paneles de teca apoyados sobre 28 pilares también de teca, se dice que su nombre significa “Monasterio de los 1000 hornos”, probablemente al hecho de que el sitio fue utilizado para la fundición de imágenes de Buda destinados al Wat Chedi Luang, el cual se encuentra al lado mismo.
En la entrada al templo hay un pavo real hecho de mosaico con un perro debajo, como protegiéndolo. Representa el año astrológico de su antiguo morador real, por lo que los nacidos en el año del perro suelen peregrinar a este templo.
Días 3 y 4. Jungle trip
Esta excursión os la recomendamos encarecidamente, pues fue de las mejores experiencias del viaje. Se trata de una excursión de 2 días (y una noche) por la selva del norte de Tailandia (Mae Tang). Hay varias empresas que ofrecen prácticamente los mismos servicios. Yo os recomendaría que os inclinaseis por aquellas que no incluyen montar en elefante, por la misma razón que os he comentado antes. Nosotros lo hicicimos con la empresa Travelhub,elegimos la excursión “2 Day 1 Night Trekking Mae Tang Area”, lo reservamos con antelación por internet y el precio fue de 1400baht por persona.
El primer día nos recogieron en el hotel (no os alarméis si llegan como una hora tarde, es el ritmo tailandés), nos llevaron a visitar una granja de orquídeas y mariposas (que para ir exclusivamente no merece la pena pero si pasas por el camino es bastante sorprendente), después paramos en un mercado local para comprar agua, fruta, etc… y nos encaminamos hacia las montañas del área de Mae Tang, que son una pasada.
En total éramos nosotros 4, dos personas más y el guía: DANNY BOY. Este señor, de aspecto de más 50 años pero que en realidad no llegaba a 40, había sido porteador (sherpa) en las montañas de Tailandia durante su juventud, compaginándolo con luchador de muay thai, así que de tantos golpes os podéis imaginar cómo se le había quedado la cabeza. Estaba loco de remate, pero fue tan divertido pasar 2 días con él que pasó a convertirse en la mejor anécdota del viaje.
Al llegar a las montañas, paramos en un poblado Shan y comimos ahí. Después de comer comenzamos a andar cerca de dos horas y media por la montaña (todo cuesta arriba) dejando poco a poco a tus pies unas vistas impresionantes. Por el camino paramos en una cascada y el que quisiera se podía bañar (por supuesto Danny boy fue el primero en zambullirse). Después del duro camino (ánimo para aquellos que nos estáis acostumbrados a la montaña) llegamos al poblado Black Lahu, donde nos alojaron en una casa local con una terraza con unas vistas al valle preciosas. La casa no tenía mucho más que una habitación grande para turistas (dormíamos todos en la misma habitación) y un espacio reducido para la familia, pero solo con esas vistas ya merecía la pena. Los baños están situados a unos metros de la casa y, por supuesto, no hay agua corriente ni jabón, ni nada por el estilo (pensad que es un poblado en mitad de la montaña).
Esta familia no hablaba casi inglés, pero gracias a nuestro guía no tuvimos ningún problema de comunicación.
Aprovechamos para dar un paseo por el pueblo, y admirar la inocencia de los niños que viven en el pueblo, así como para contemplar una maravillosa puesta de sol desde la cima de las montañas. Una de las mejores experiencias de mi vida que me llevo para siempre conmigo.
De regreso a la casa, nos dieron de cenar y encendieron una hoguera para pasar una velada contando historias junto al fuego.
La noche es bastante fría, así que os recomiendo ir muy bien provistos porque para mi, a pesar de la ropa térmica, el abrigo y las dos mantas, no fue suficiente.
Pero sin duda la mejor parte de toda la excursión estaba reservada para las vistas del amanecer desde la terraza de esta casa…aún lo recuerdo y se me pone la piel de gallina. Te dan de desayunar con esas magníficas vistas y, una vez todo empacado, de vuelta por la otra ladera (esta vez cuesta abajo) atravesando la selva de la montaña: una auténtica pasada.
Al cabo de 2 horas de camino y pasar por otras cascadas preciosas, llegamos a un campamento de elefantes donde podías darles de comer o bañarte con ellos en el río.
Después nos llevaron a una zona del río e hicimos rafting descendiendo el río para después cambiarnos de la lancha neumática a una hecha con bamboo que más que correr se hundía, pero he de reconocer que fue muy gracioso.
Después nos llevaron directamente al aeropuerto ya que cogíamos ese día un vuelo hacia el sur de Tailandia. Todo incluido en el precio.
Aquí os dejo el enlace al post siguiente por si queréis seguir leyendo mi guía (y nuestras aventuras).
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